El polen se extrae de los estambres de las flores y su composición varía en función de la especie botánica de origen. Este polvo resultante está formado por millones de granos microscópicos de diferentes colores, pero sobre todo, amarillo y marrón claro.
Contiene glúcidos, proteínas y aminoácidos esenciales, enzimas, vitaminas (entre las cuales las de grupo B y la vitamina C), carotenioides y minerales (incluyendo calcio, magnesio y hierro). Estas sustancias antioxidantes ayudan a contrarrestar el fotoenvejecimiento y apoyan el proceso de regeneración cutánea, por eso suele empearse en las fórmulas cosméticas. Además, por la presencia de kaempferol, puede ayudar a neutralizar la inflamación en pieles agredidas.