Viruela del mono: algunas cosas que debes saber

Escrito por Mar Santamaria Sala el 26/05/2022

Médico con brazos cruzados y sujetando un fonendoscopio

Seguro que no soy la única a la que, estos días, le viene a la cabeza la frase del refranero “a la vejez, viruelas”. Dice el Centro Cervantes que “se emplea cuando sobreviene algo fuera de ocasión o tiempo”. Luego explicaré por qué me parece tan oportuno este popular dicho. Pero, antes, intentemos responder a algunas preguntas sobre una enfermedad con nombre algo peliagudo y que últimamente colma titulares: la viruela del mono.

¿La viruela no era una enfermedad erradicada?

Sí, la que afectaba a humanos quedó oficialmente erradicada en 1980 gracias a una estrategia de vacunación mundial. Fue un gran hito, la primera enfermedad infecciosa en la que esto se consiguió. Pero existen otros virus del mismo género –ortopoxvirus– que afectan a animales. El virus de la viruela del mono es un “descendiente” directo de uno de estos virus y es endémico desde hace décadas –es decir, que se halla habitualmente– en algunas zonas de África Central y Occidental. Mediante la secuenciación del material genético del virus aislado de las personas afectadas en nuestro país, se ha confirmado que se corresponde con la variante de África Occidental, la más benigna.

¿La viruela del mono es una nueva pandemia?

Pongamos a esta enfermedad en el sitio que le corresponde a día de hoy: la viruela del mono es una zoonosis viral que causa brotes epidémicos. ¿Y esto qué significa? Diseccionemos esta frase para no perdernos en sus términos epidemiológicos. Por una parte, es una enfermedad cuyos huéspedes principales –reservorios– son animales salvajes mamíferos y roedores –de aquí lo de zoonosis. Y, por otra, afecta principalmente –ahora y desde que se aisló por primera vez– unas áreas geográficas concretas de África. Por eso se dice que es endémica en estos países.

Este brote de 2022 es más extenso. Se están contabilizando casos en países no endémicos. Y uno de los que destaca en número de casos –hasta la fecha– es España. Lo que no significa que estemos ante una pandemia –o gran afectación global. Seguimos hablando de brotes epidémicos, localizados en lugares específicos y sin una alta tasa de transmisión.

¿Cómo se transmite?

La primera vía descrita para contraer la enfermedad es por contacto con animales infectados –o su consumo–, pero también se detecta transmisión comunitaria –entre personas y en zonas alejadas de los focos endémicos–, algo que tiene especial relevancia en el brote actual. Sabemos que la globalización, los viajes intercontinentales y el contacto con animales exóticos son factores facilitadores para que una enfermedad que afecta a los animales “salte” a las personas. Y, de éstas, a otras personas. Con la covid-19 fue más que evidente.

Pero volvamos a la viruela del mono. En los casos que se están identificando ahora mismo decíamos que cobra especial importancia la transmisión del virus persona-persona. Este contagio sucede tras el contacto directo y sostenido en el tiempo con una persona infectada. Con mayor frecuencia, se trata de un conviviente o pareja sexual, ya que ambas situaciones conllevan proximidad física. La vía de entrada del virus es a través de la piel por el contacto de pequeñas heridas con los fluidos corporales de la persona enferma, sobre todo el exudado de las lesiones típicas de la enfermedad –vesículas y costritas. El virus también puede entrar a través de las mucosas por vía inhalada o mediante objetos compartidos que estén contaminados, a los que llamamos “fómites” –toallas, sábanas…

La OMS, como no podría ser de otra manera, está siguiendo muy de cerca la evolución de este brote. La realidad, hoy, es que los focos de contagio son limitados y que el riesgo global para la población es bajo. Recordemos que no es un virus que se propague fácilmente entre personas, a diferencia –y como bien sabemos– de algunos virus respiratorios.

¿Qué síntomas da? Si sospecho que estoy contagiado, ¿qué hago?

El periodo de incubación de la enfermedad va de los 5 a 21 días. Los primeros síntomas son inespecíficos y propios de una infección vírica: fiebre alta, malestar general, fatiga, dolor muscular, cefalea, etc. Luego, aparecen unos signos más característicos, como la inflamación de los ganglios y, posteriormente, las lesiones en la piel –llamadas exantema– muy parecidas, por ejemplo, a las del sarampión. Estas lesiones van cambiando su aspecto y se van extendiendo. Suelen acabar afectando las palmas de las manos y plantas de los pies, localizaciones bastante específicas en esta enfermedad. Las pápulas evolucionan a vesículas que se llenan de líquido, el que comentábamos que es contagioso, y luego en costras. Hasta el momento ninguna persona en nuestro país ha requerido hospitalización. A los pacientes afectados se les da soporte sintomático desde el ámbito ambulatorio. Pero existen medidas terapéuticas más específicas, si resultan necesarias. Luego veremos cuáles.

Es importante dejar claro que el cuadro clínico es menos grave que el de la viruela que afectaba a humanos, pero sí que existe un mayor riesgo de gravedad o complicación en niños pequeños, embarazadas, personas mayores e inmunocomprometidas. De aquí la vigilancia y el control de casos que se está llevando a cabo, por si hay que tomar una medida adicional como la vacunación de los contactos. Por un lado, el tipo de vacuna que se administraba antes de 1980 contra la viruela “común” –y que dejó de ser inoculada a partir de la erradiación de la enfermedad– ofrece “protección cruzada” y alcanza una eficacia del 85% frente a la viruela del mono. También se podría contar con otra vacuna más específica para esta variante. De hecho, actualmente el Ministerio de Sanidad ya tiene sobre la mesa un plan para la adquisición de vacunas y medicamentos antivirales por si son necesarios.

En caso de que una persona sea contacto estrecho y note síntomas compatibles con la enfermedad, ¿cómo debe actuar? Como siempre, con responsabilidad. Hay que contactar con el centro de salud de referencia, proceder al aislamiento domiciliario y evitar el contacto físico con otras personas.

Dicho todo esto, si algo hemos aprendido de la –aún presente, pero más controlada– pandemia de covid-19, además del repaso de conceptos de epidemiología no siempre fáciles de comunicar, es que la prudencia y la información fiable son dos grandes aliadas. “A la vejez, viruelas” decíamos al principio. O, en otras palabras, “a estas alturas de la película” no caigamos en “viejas” inercias:

  • Evitemos banalizar los nuevos brotes de enfermedades. Pero también evitemos caer en la simplificación, el alarmismo infundado, los bulos o la estigmatización. Que no nos hacen ningún bien. Por cierto, la viruela del mono no es una enfermedad de transmisión sexual “como tal” –aunque sí se contagia por contacto físico próximo y determinadas conductas pueden propiciar su diseminación, como el hecho de tener un elevado número de parejas sexuales. Tampoco afecta en mayor medida a personas con determinada orientación sexual –una asociación distorsionada y prejuiciosa. Este tipo de afirmaciones se pueden leer en las redes y están claramente sesgadas.

  • Consultemos siempre las fuentes oficiales y busquemos información a través de profesionales sanitarios actualizados y bien formados –sí, desconfía de aquellos que “saben de todo”, porque de poco saben.

  • Cuidémonos. Y cuidemos a nuestros mayores y a las personas más vulnerables frente a las enfermedades infecciosas. Tengamos conductas respetuosas, honestas y responsables respecto a nuestra salud y a la de los demás.

Finalmente, es importante seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias a medida que vayan actualizando su conocimiento y sus consejos. Algo en lo que deberíamos tener buena práctica, para dar credibilidad solo a fuentes informativas de confianza y hacer oídos sordos al “ruido de fondo” –en redes o medios poco contrastados– que nos despista y nos complica la vida. Porque, como también dice el refranero, “lección bien aprendida, tarde o nunca se olvida”.


Fuentes consultadas:

Organización Mundial de la Salud (OMS)

Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Podéis consultar esta infografía. https://www.semfyc.es/infografia-viruela-simica/

Agencia de Salud Pública de Catalunya.