
¿Te has preguntado qué tienen en común un bailarín, un corredor y tú después de un día de compras? ¡Exacto! Todos pueden acabar con un dolor intenso en la base del dedo gordo, también conocido como sesamoiditis. Este pequeño pero poderoso problema afecta a los huesos sesamoides, esos diminutos huesos en forma de semilla que, aunque parecen inofensivos, pueden volverse los delatores de un gran malestar.
La sesamoiditis no solo es un tema de conversación, sino un motivo de preocupación, especialmente si disfrutas de actividades que requieren estar de pie o moverte con agilidad.
En esta guía, vamos a desglosar todo lo que necesitas saber sobre esta condición: desde sus causas y síntomas hasta cómo prevenirla y tratarla. Así que si tus pies están pidiendo a gritos un descanso, ponte cómodo y acompáñanos en este recorrido para dejar atrás el dolor y seguir disfrutando de tus pasos.
¿Qué es la sesamoiditis?
La sesamoiditis es una afección dolorosa que afecta a los huesos sesamoides, que son pequeños huesos en forma de semilla ubicados en las articulaciones de los dedos del pie, especialmente en el primer metatarso. Esta condición se caracteriza por la inflamación de los tejidos alrededor de estos huesos, lo cual puede desencadenar dolor, hinchazón y limitación en la movilidad del pie.
La sesamoiditis es particularmente común en deportistas, bailarines y personas que realizan actividades que implican un alto impacto en el pie, como correr o saltar. Comprender esta afección es importante para implementar estrategias de prevención y tratamiento efectivas.
Causas comunes de la sesamoiditis
La sesamoiditis puede ser provocada por diversos factores. Algunas de las causas más comunes incluyen:
Uso excesivo: La práctica intensa de deportes que implican correr o saltar puede generar un estrés excesivo en los huesos sesamoides.
Calzado inapropiado: Usar zapatos que no ofrecen el soporte adecuado o que no se ajustan bien puede contribuir al desarrollo de esta afección.
Lesiones previas: Un historial de lesiones en el pie puede predisponer a la inflamación de los sesamoides.
Alteraciones biomecánicas: Problemas en la pisada, como el pie plano o el arco alto, pueden aumentar la presión sobre los sesamoides.
Condiciones médicas: Enfermedades como la artritis pueden agravar la inflamación en esta área.
Al observar estos factores, es recomendable tomar medidas preventivas, como elegir calzado adecuado y realizar ejercicios de fortalecimiento.
Factores de riesgo asociados
Existen ciertos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar sesamoiditis. Algunos de estos son:
Edad: Aunque puede afectar a cualquier persona, es más común en adultos jóvenes y atletas en sus 20 y 30 años.
Actividad física: Personas que practican deportes de alto impacto o que pasan mucho tiempo de pie están en mayor riesgo.
Sobrepeso: El exceso de peso puede generar una mayor presión sobre los pies, exacerbando el riesgo de inflamación.
Anatomía del pie: Individuos con deformidades en el pie o con antecedentes familiares de problemas en los pies pueden ser más susceptibles.
Desequilibrio muscular: La debilidad en los músculos que soportan el pie puede contribuir a una mayor carga sobre los huesos sesamoides.
Identificar estos factores es importante para el manejo y prevención adecuados de la sesamoiditis, permitiendo a las personas realizar ajustes necesarios en su rutina diaria y actividad física.
Síntomas de la sesamoiditis
Dolor en la base del dedo gordo
El dolor en la base del dedo gordo es uno de los síntomas más característicos de la sesamoiditis. Este dolor puede variar desde una molestia leve hasta un dolor agudo e incapacitante, especialmente al caminar, correr o realizar cualquier actividad que implique carga sobre el pie. Suele concentrarse justo debajo de la articulación metatarsofalángica, donde los huesos sesamoides se encuentran. Además, el dolor puede empeorar al estar de pie durante períodos prolongados o al usar zapatos ajustados. Para aliviar el dolor, es recomendable:
Usar calzado adecuado con buen soporte y amortiguación.
Evitar actividades que requieran mucho impacto, como saltar o correr sobre superficies duras.
Aplicar hielo en la zona afectada para reducir la inflamación.
Considerar el uso de plantillas ortopédicas que ayuden a redistribuir la presión sobre el pie.
Inflamación y sensibilidad
La inflamación y la sensibilidad en la base del dedo gordo son síntomas que a menudo acompañan al dolor. Esta inflamación puede resultar en un aumento del volumen en la región, haciendo que la piel se sienta caliente al tacto. La sensibilidad se manifiesta como un dolor agudo o punzante al presionar la zona afectada. Esta inflamación puede ser el resultado de un uso excesivo o una lesión previa que haya afectado los huesos sesamoides. Para manejar este síntoma, se sugieren algunas estrategias:
Reposar el pie afectado y evitar actividades que puedan agravar la inflamación.
Realizar ejercicios de estiramiento suave para mantener la movilidad sin causar dolor.
Consultar a un especialista en salud podológica para evaluar el estado de los huesos sesamoides y recibir un tratamiento adecuado.
En casos severos, el médico puede recomendar antiinflamatorios para reducir la hinchazón y el dolor.
Este enfoque permite no solo aliviar los síntomas, sino también prevenir la progresión de la lesión.
Diagnóstico de la sesamoiditis
Exámenes físicos y anamnesis
El diagnóstico de la sesamoiditis comienza con una exhaustiva anamnesis, donde el médico recopila la historia clínica del paciente y sus síntomas. Es fundamental que el paciente describa el inicio del dolor, su intensidad, localización y la relación con actividades específicas, como correr o estar de pie. Los exámenes físicos son la siguiente etapa, donde el profesional evaluará la movilidad del pie, el dolor al presionar la zona afectada y la presencia de hinchazón.
Palpación: Tocar la región de los sesamoides para determinar el nivel de dolor.
Prueba de compresión: Aplicar presión sobre el hueso sesamoideo para observar la reacción.
Movilidad: Evaluar la flexión y extensión del dedo gordo del pie para identificar restricciones.
Esta fase es importante, ya que proporciona indicios sobre la gravedad de la sesamoiditis y ayuda a descartar otras condiciones. Los detalles que el paciente pueda proporcionar son valiosos para un diagnóstico certero.
Imágenes diagnósticas
Una vez completados los exámenes físicos, es probable que se soliciten imágenes diagnósticas para confirmar la sesamoiditis y evaluar el estado de los huesos sesamoideos. Las técnicas más comunes incluyen:
Radiografías: Utilizadas para descartar fracturas o deformidades óseas. Aunque no siempre muestran inflamación, pueden revelar cambios óseos asociados a la sesamoiditis.
Resonancia magnética (RM): Proporciona imágenes más detalladas de los tejidos blandos y puede mostrar edema óseo, lo cual es indicativo de inflamación.
Ecografía: Puede ser útil para visualizar el tejido blando alrededor de los sesamoides y ver la presencia de líquido, que sugiere inflamación.
El uso de estas herramientas permite a los médicos obtener una imagen clara del estado de la articulación y planificar un enfoque de tratamiento efectivo. Entender el diagnóstico es clave para abordar correctamente los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.
Tratamiento de la sesamoiditis

Opciones no quirúrgicas
El tratamiento no quirúrgico para la sesamoiditis se centra en aliviar el dolor, reducir la inflamación y restablecer la función óptima del pie. Entre las estrategias más comunes se encuentran:
Reposo: Es fundamental evitar actividades que exacerben el dolor. Permitir que la zona afectada descanse puede acelerar la recuperación.
Hielo: Aplicar compresas frías en la zona afectada durante 15 a 20 minutos varias veces al día puede ayudar a disminuir la inflamación y el dolor.
Medicamentos antiinflamatorios: Los fármacos como el ibuprofeno o el naproxeno pueden ser útiles para controlar el dolor y la inflamación.
Plantillas ortopédicas: Utilizar plantillas que ofrezcan soporte adicional puede ayudar a redistribuir la presión sobre la zona afectada. Muchas personas encuentran alivio al usar calzado específico que protege los huesos sesamoides.
Fisioterapia: Un fisioterapeuta puede diseñar un programa de ejercicios que ayude a fortalecer los músculos del pie, mejorar la flexibilidad y corregir la mecánica al caminar.
Adicionalmente, es crucial seguir las recomendaciones médicas y ser constante en el tratamiento, ya que esto puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida y una lesión crónica.
Intervenciones quirúrgicas
Si las opciones no quirúrgicas no logran aliviar los síntomas después de un período adecuado de tratamiento, se puede considerar la cirugía. Las intervenciones quirúrgicas en el manejo de la sesamoiditis generalmente buscan eliminar el dolor y restaurar la función del pie. Algunas de las técnicas más comunes incluyen:
Exéresis de los sesamoides: En casos severos, puede ser necesario remover uno o ambos huesos sesamoides. Esta cirugía puede ser efectiva, pero requiere una rehabilitación adecuada para asegurar una recuperación óptima.
Osteotomía: Este procedimiento implica realinear los huesos metatarsianos para aliviar la presión sobre los sesamoides. Esto puede ser una opción si el problema se relaciona con la alineación del pie.
Artroscopia: Esta técnica mínimamente invasiva permite al cirujano visualizar el interior de la articulación del pie y tratar lesiones específicas o eliminar tejido inflamado.
Es fundamental discutir con un especialista en ortopedia las implicaciones, los riesgos y los beneficios de cada opción quirúrgica, así como el tiempo estimado de recuperación. La cirugía es generalmente considerada como último recurso, cuando las alternativas no quirúrgicas han fallado.
Prevención de la sesamoiditis
Consejos para evitar lesiones
La sesamoiditis es una afección que puede causar dolor significativo en la parte inferior del pie, especialmente en la zona del dedo gordo. Para prevenir esta lesión, es fundamental adoptar prácticas adecuadas tanto en nuestras actividades diarias como en la práctica deportiva. Aquí algunos consejos prácticos:
Usar calzado adecuado: Opta por zapatos con buena amortiguación y soporte en el arco. Evita el uso de calzado plano y sin soporte.
Ajustar la actividad física: Incrementa la actividad física de manera gradual. Si eres corredor, por ejemplo, añade distancias y ritmos poco a poco para evitar sobrecargas.
Tener cuidado con las superficies de entrenamiento: Si es posible, entrena en superficies más suaves, como campo de hierba o pistas de atletismo, en lugar de asfalto o cemento.
Realizar calentamientos adecuados: Antes de cualquier actividad física, es crucial calentar los músculos y ligamentos. Incluye ejercicios de movilidad para los pies y dedos.
Escuchar a tu cuerpo: Si sientes dolor o incomodidad en el área del pie, no ignores las señales. Descansa y consulta a un profesional si el dolor persiste.
Incorporar estas medidas en tu rutina ayudará a reducir el riesgo de sesamoiditis y a mantener tus pies saludables.
Ejercicios de fortalecimiento del pie
Fortalecer los músculos del pie es importante para prevenir la sesamoiditis y otras lesiones. Unos pies fuertes y flexibles pueden soportar mejor las cargas y reducir el riesgo de inflamación. Aquí hay ejercicios prácticos que puedes incluir en tu rutina:
Flexiones de dedos: Siéntate en una silla y coloca una toalla en el suelo. Intenta recogerla con los dedos de los pies. Esto ayuda a fortalecer los músculos intrínsecos del pie.
Elevaciones de talón: Párate con los pies juntos y eleva los talones, manteniendo el equilibrio. Este ejercicio fortalece los músculos de la pantorrilla y mejora la estabilidad del tobillo.
Rodillo de pie: Usa un rodillo de espuma o una pelota de tenis para masajear la planta del pie. Esto no solo fortalece, sino que también alivia la tensión.
Estiramientos de pantorrillas: Coloca las manos en la pared y estira una pierna hacia atrás manteniendo el talón en el suelo. Este estiramiento es crucial para mantener la flexibilidad del pie y la pantorrilla.
Caminar descalzo: Siempre que sea posible, camina descalzo sobre superficies naturales como la arena o el césped. Esto fortalece los músculos del pie de manera efectiva.
Incluir estos ejercicios en tu rutina diaria no solo previene la sesamoiditis, sino que también mejora el rendimiento general de tus pies.