Terrores nocturnos en los niños: ¿cómo tratarlos?

Escrito por Laura Buades el 29/12/2023

terrores nocturnos

¿Sabías que los terrores nocturnos afectan a alrededor del 40% de los niños de entre 18 meses y 5 años? A veces confundidos con pesadillas, los terrores nocturnos de los niños pequeños, suelen asustar mucho a los padres, aunque sean normales e inofensivos para el niño ¿Cómo reconocer los terrores nocturnos, controlarlos e incluso prevenirlos?

¿Qué son los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos suelen aparecer en niños de entre 18 meses y 5 años. Suelen aparecer al principio de la noche, ya que es cuando los periodos de sueño profundo de ondas lentas son más largos, y es precisamente durante estas fases del sueño cuando aparecen los terrores. El niño se encuentra entonces en la última fase (conocida como fase IV) del sueño de ondas lentas, durmiendo profundamente y pasando después al sueño REM (la fase del sueño). Por alguna razón desconocida, esta transición se tuerce y aparecen los terrores nocturnos.

Los terrores nocturnos son diferentes de las pesadillas. Las pesadillas suelen ocurrir hacia el final de la noche, al final de un ciclo de sueño, durante el sueño REM. Durante un terror nocturno, sin embargo, el niño no es consciente de la presencia de sus padres, ya que no está completamente despierto.

Los terrores nocturnos pueden durar unos minutos (normalmente no más de 5), pero a veces pueden durar más en algunos niños.

Durante un terror nocturno, el niño puede :

  • Gritar

  • Estar sentado en la cama

  • Parecer aterrorizado

  • Tener los ojos muy abiertos, pero con la mirada perdida

  • Hablar sin sentido

  • Estar desorientado

  • Ser agresivo y no tolerar que le toquen o le cojan en brazos

Cuando termina el terror nocturno, todos los signos que el niño había mostrado desaparecen, vuelve a la cama y se queda dormido rápidamente, de nuevo sin ser consciente de la presencia de sus padres.

Puede ocurrir que, tras un terror nocturno, el niño se despierte del todo, en cuyo caso suele estar perdido y bastante preocupado, sobre todo porque sus padres parecen perturbados por lo que acaba de ocurrir. Al día siguiente, los niños no suelen recordar sus terrores nocturnos.

¿Cuáles son las causas de los terrores nocturnos?

La principal causa de los terrores nocturnos es hereditaria. Por ello, son más frecuentes en familias en las que uno de los padres o abuelos tuvo terrores nocturnos de niño.

Aunque no se conocen del todo las causas de los terrores nocturnos, pueden producirse cuando los niños están muy cansados y se acuestan más tarde de lo habitual debido a cambios en su periodo de sueño profundo de ondas lentas. Lo mismo ocurre cuando los niños dejan de hacer la siesta y cuando cambian sus hábitos de sueño.

Si el niño experimenta cambios en su vida cotidiana que le provocan ansiedad (desacuerdo entre los padres, mudanza, cambio de guardería, etc.), se genera un estrés que puede desencadenar episodios de terrores nocturnos.

Por último, cuando un niño está enfermo, sobre todo si tiene fiebre, aumenta el riesgo de que sufra terrores nocturnos.

También es importante saber que los niños que han experimentado terrores nocturnos en la primera infancia tienen más probabilidades de desarrollar sonambulismo y son más propensos a hablar dormidos en la edad adulta.

En el 90% de los casos, la falta de sueño del niño esla responsable de desencadenar los terrores nocturnos.

¿Qué hacer con los terrores nocturnos?

  • Sobre todo, no se debe intentar despertar al niño, aunque parezca muy traumatizado por este terror.

  • No hablarle y evitar tocarle, porque aunque parezca despierto, no será consciente de que los padres están ahí y la intervención podría incluso prolongar el episodio. Por eso se recomienda simplemente sentarse a su lado para asegurarse de que no se cae de la cama y se hace daño.

  • Esperar a que se vuelva a dormir solo. Si se despierta del todo conviene tranquilizarlo, ya que puede sorprenderse de que los padres estén con él en mitad de la noche. Al día siguiente, se recomienda encarecidamente no decirle al niño que ha tenido un episodio de terror nocturno, a menos que sea él quien lo mencione, lo cual es muy poco probable. De hecho, si lo hace, existe el riesgo de que el niño desarrolle miedo a irse a la cama.

¿Cómo prevenir los terrores nocturnos?

Como la mayoría de los terrores nocturnos están relacionados con la falta de sueño, es importante establecer un ciclo diurno y nocturno real para el niño.

  • Si el niño ha dejado de hacer la siesta y tiene terrores nocturnos se puede empezar a acostarle de nuevo por la tarde, reduciendo la duración de las siestas a medida que vaya avanzando. Si no quiere dormir, una alternativa podría ser ofrecerle un rato tranquilo con un libro.

  • Establecer una rutina para irse a dormir, evitando las pantallas y los cuentos de miedo.

  • No proponer deportes extenuantes, comidas pesadas o actividades que estimulen demasiado su imaginación justo antes de acostarse.

  • Crear un ambiente tranquilo antes de acostarse: darle un baño, contarle un cuento, dejar encendida una luz nocturna... el ritual que mejor se adapte a cada niño y a su estilo de vida.

  • Evitar las situaciones estresantes, ya que el estrés es unverdadero desencadenante de los terrores nocturnos en los niños predispuestos a padecerlos.

  • Utilizar complementos alimenticios suaves para favorecer un sueño tranquilo y reparador en los niños, en particular productos a base de plantas adaptados a su edad.

Impresionantes, los terrores nocturnos no son graves y suelen ser consecuencia de la falta de sueño o del estrés de un niño con predisposición a padecerlos. Son frecuentes cuando los niños empiezan el colegio en septiembre, o cuando ya no duermen la siesta por la tarde. Por eso es importante seguir unas sencillas instrucciones para tratar los terrores nocturnos. Se aconseja pedir consejo a un profesional sanitario de confianza sobre cómo mejorar el sueño del bebé para que pueda disfrutar de un sueño tranquilo.

Artículo traducido y adaptado por Laura Buades, redactado originalmente en francés por Sandrine Nail-Billaud.