
Cada día, miles de personas en España dedican su tiempo, energía y afecto al cuidado de otras. Lo hacen en casa, en silencio, sin horarios fijos ni pausas garantizadas. Son madres, hijas, hermanas, vecinas. Son personas cuidadoras. Y muchas veces, lo hacen sin apenas cuidar de sí mismas.
Según datos del IMSERSO, más de 83.000 personas en nuestro país están dadas de alta como cuidadores no profesionales de personas en situación de dependencia. ¿Lo más llamativo? Que casi 9 de cada 10 son mujeres, y la mayoría no supera los 50 años. Este dato no solo visibiliza una realidad que a menudo pasa desapercibida, sino que pone de manifiesto la carga emocional, física y social que muchas mujeres asumen de forma casi automática.
En comunidades como la Valenciana, Andalucía o Cataluña, las que encabezan este ránking, cuidar se ha convertido en una labor fundamental, pero también en una responsabilidad poco repartida, poco reconocida y, a menudo, solitaria.
Además, quienes se dedican de forma profesional a esta tarea tampoco lo tienen fácil: largas jornadas, salarios bajos y exigencias que superan con creces su descripción inicial de puesto. Y esto no va a menos. Con el envejecimiento de la población y el aumento de enfermedades crónicas, la necesidad de personas cuidadoras no deja de crecer.
Por todo ello, ahora más que nunca, es urgente hablar no solo del cuidado, sino del autocuidado de quienes cuidan. Porque si no están bien, ¿cómo van a sostener a otros?
Para abordar esta necesidad, Mar Santamaria, Responsable de Atención Farmacéutica de PromoFarma by DocMorris, ha compartido un decálogo de bienestar físico y emocional pensado específicamente para personas cuidadoras. Un recurso práctico que pone el foco en ellas, en sus cuerpos, sus tiempos, sus emociones, y les ofrece herramientas reales para cuidarse sin culpa.
El mayor cuidado empieza en uno mismo:
Decálogo para el bienestar de las personas cuidadoras

Cuidar a otras personas es una labor que requiere gran dedicación física y mental. Pero ¡atención! No abandones tu propio cuidado. Tú lo mereces tanto como los demás.
Reflexiona e identifica tus propias necesidades: de salud y autocuidado, descanso, de tiempo de desconexión y otras que consideres importantes para ti. ¿Cuáles están cubiertas? ¿Respecto a qué otras podrías necesitar ayuda externa?
Haz una lista de los recursos que tienes a tu alcance y que pueden brindarte ayuda y/o contribuir a cubrir estas necesidades: trabajadores y orientadores sociales, profesionales de la salud, voluntarios y asociaciones sin ánimo de lucro, programas municipales, y red de apoyo en tu entorno comunitario.
Sociabiliza, no te aísles y comparte tus alegrías y preocupaciones: con personas de confianza, vecinos, comerciantes del barrio y familiares.
Este mínimo espacio para ti, para el descanso, los hobbies y aficiones o la desconexión debería ser innegociable: cuídalo y dale el tiempo que merece, sea el que pueda ser.
Si en alguna ocasión te sientes desbordado/a, pide ayuda activamente a tu red de apoyo. Las personas de tu entorno pueden aportar su granito de arena, todo suma: desde un pequeño favor o conversación relajada, hasta un apoyo más activo e implicado.
Estate atento/a a la aparición de síntomas asociados al “síndrome del cuidador” como: gran agotamiento o cansancio, estado de ánimo decaído durante tiempo prolongado, pensamientos negativos que invaden el día a día. Detectarlo y pedir ayuda a tiempo es fundamental.
Cuida tu alimentación y estilo de vida: compra y cocina alimentos de temporada y proximidad, ricos en nutrientes: hortalizas, frutas, carne y pescado, legumbres, frutos secos... Muévete y evita el sedentarismo, así como los hábitos tóxicos que todo lo complican: el tabaco y el consumo de alcohol.
Siéntete muy orgulloso/a, cada día, de esta gran tarea que realizas. Los cuidados de familiares y otras personas, tanto de manera profesionalizada como cotidiana, están poco visibilizados y recompensados social y retributivamente.
Es labor de todos, por tanto, seguir reivindicando el cuidado digno y humanizado de las personas que lo necesitan y reconocer el rol esencial de sus cuidadores, así como la necesidad de recursos suficientes.