Los 7 consejos infalibles para recuperar la piel después del verano

Escrito por Seila Cuartero el 06/09/2023

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Revisado por Aïna Munné Bertran

Primer plano de un ojo cerrado de una persona pelirroja con pecas en su piel

La piel es una gran fortaleza. Es el órgano más grande del cuerpo y su principal función es la de proteger al organismo de factores externos. Una barrera ante la que bacterias, sustancias químicas y altas (o muy bajas) temperaturas lo tienen peliagudo. Así pues, está claro que le debes una disculpa o, al menos, prestarle algo de atención renovada. 

Mucho más después de este verano, con temperaturas tan extremas, algún que otro exceso de sol y muchos baños entre cloro y sal. Así que, ahora que vuelves a la rutina, toca también devolverle la salud e hidratación a este gran órgano que es la piel. Y para que sepas por dónde empezar, te prestamos los 7 consejos para recuperar la piel después del verano

1. Exfoliar: una de las claves para recuperar la piel tras el verano

Durante el verano la piel se engrosa. Este es uno de los recursos que posee para protegerse (y protegerte) de las radiaciones solares. El resultado de este proceso es una piel un tanto más apagada y sin brillo. Ahora toca revitalizarla.

Una de las claves es recurrir a la exfoliación, proceso mediante el cual se eliminan las células muertas de la capa más externa de la piel. De esta forma, reforzarás la renovación celular de la epidermis y los productos que te apliques en tu rutina beauty penetrarán mucho mejor. Además, la exfoliación también contribuye a la desobstrucción de los poros y ayuda a evitar la aparición de espinillas, por lo que tendrás como resultado una piel más limpia y fresca. 

Ahora ya conoces algunos beneficios de la exfoliación, pero, ¿sabías que existen dos tipos? Sí, tal y como rezaba la mítica serie adolescente, “es física o química”. Exactamente, la exfoliación puede dividirse en física, cuando depende de un proceso de fricción sobre la piel; o química, que se relaciona con sustancias químicas aplicadas sobre la piel y que ayudan a que esta se desprenda de las células muertas, renovando su aspecto. 

La elección entre uno u otro tipo de exfoliación depende del tipo de piel que tengas. Si tu piel se caracteriza por ser sensible y tienes algo de acné, mucho mejor que optes por la exfoliación química, es decir, que cuentes con productos que incluyan Alfa Hidroxiácidos (AHA) o Beta Hidroxiácidos (BHA). El primero, a su vez, está muy recomendado para pieles secas y, el segundo, para aquellas con tendencia grasa. Por su parte, los scrubs o exfoliantes físicos al ser más agresivos por funcionar por fricción son perfectos para pieles resistentes o que no padezcan ninguna afección propia o, bien, para el cuerpo. Así que, regálale a tu piel una exfoliación tres veces por semana para que saque todo su brillo interior. 

2. Lava correctamente tu piel y déjala libre de toxinas

Una de las primeras acciones que realizas por las mañanas: lavarte la cara para despejarte. Pero, ¿lo haces de la forma adecuada? 

La limpieza de la piel es especialmente importante, puesto que de ella depende la eliminación de residuos y bacterias que pueden llegar a ocasionar alteraciones como la aparición de espinillas o agravar problemas cutáneos como el acné. Asimismo, una adecuada limpieza de cutis también evita la acumulación de grasa sobre su superficie, además de estimular la oxigenación de la piel. 

¿Qué debes tener en cuenta para realizar una correcta limpieza de la piel? Primero de todo, el tipo de jabón que utilices. En este caso, debes vigilar el pH para no debilitar los aceites naturales de la piel que se encargan de mantenerla elástica e hidratada. Así pues, utilizar jabones de origen natural y neutro para la piel (normalmente con un indicador de acidez de 5.5) será todo un acierto. En adelante, escoge una toalla limpia y específica para el rostro, realizando leves toques hasta que la piel esté totalmente seca. 

Por último, para potenciar la sensación de limpieza y reforzarla, puedes optar por el uso de un agua micelar. Estas soluciones incorporan moléculas que se encargan de atraer la suciedad y los residuos para eliminarlos. Además, ayudan a sellar los poros y a tonificar los tejidos sin resecar la piel. 

3. Hidrata tu piel para mantenerla en forma

Una correcta hidratación es la piedra angular de una piel sana y cuidada. Después de la época estival, la piel está tirante, indicativo de que necesita recuperarse de los excesos. Las altas temperaturas han provocado que el agua transepidérmica se evapore y el equilibrio de tu piel se ha visto comprometido. Ahora toca el turno de un boost de hidratación que calme la sed de tu piel. Pero no todo vale y como siempre, el éxito depende de posicionarse a favor del tipo de piel que tengamos.

  • Piel grasa: Una textura ligera y de rápida absorción será muy beneficiosa para tu tipo de piel. 

  • Piel mixta: Agénciate una hidratante con activos humectantes como el ácido hialurónico. 

  • Piel seca: Opta por cremas espesas y con componentes humectantes para reponer lípidos e hidratación, como la manteca de karité.  

Una manera de reforzar esta acción hidratante es aplicar mascarillas, al menos una vez por semana. Además de esto, puedes optar por incorporar a tu rutina facial diaria un sérum reparador que contenga ingredientes antioxidantes, como las vitaminas C y E, para neutralizar los radicales libres responsables del envejecimiento de la piel. 

Y lo mismo ocurre con la piel del cuerpo, a la que debes mimar y ofrecer un baño de hidratación con cremas que contengan componentes humectantes, como, por ejemplo, el aloe vera.

4. Incluye protector solar en tu rutina facial 

Sí, el verano y la playa ya han quedado atrás. Una sensación agridulce, puesto que ahora toca volver a recuperar la rutina, pero también a adentrarnos en esos proyectos que nos apasionan. 

Una rutina que no puedes perder de vista es la del cuidado facial y el uso del protector solar es un must que mantener durante todo el año. Esto es debido a que los nocivos rayos UV no detienen su actividad en otoño y no, tampoco entran en estado de hibernación. Estos rayos ultravioletas están presentes a lo largo de las estaciones y, aunque amanezca nublado, actúan sobre la piel acelerando la producción de radicales libres, principal factor del envejecimiento cutáneo. Además, una exposición prolongada y sin control a los rayos UVA y UVB puede llegar a causar reacciones fotoalérgicas, eritema solar e incluso cáncer de piel. 

Por consiguiente, es muy importante aplicar fotoprotector sobre la piel del rostro y mantenerla protegida de la acción solar. Por si fuera poco, hay algunos protectores solares categorizados como “urbanos” que también se ocupan de proteger la piel ante los efectos de la contaminación o el smog

5. Sigue una dieta sana y equilibrada

Es del todo habitual que durante las vacaciones en particular y el verano en general, descuides un tanto la alimentación. Es un período de desconexión en el que, habitualmente, se consumen más bebidas alcohólicas, se realizan comidas copiosas y se ingiere un menor porcentaje de agua. Todo ello, sumado a las altas temperaturas, contribuye a una mayor secreción de sebo, la dilatación de los poros y como consecuencia, la deshidratación de la piel

Como sabes, no solo es importante cuidarse por fuera, sino también por dentro. 

Algunos alimentos que debes incluir en la dieta para reforzar las defensas de tu piel:

  • Zanahorias: muy ricas en betacarotenos, unos pigmentos que funcionan como precursores de la vitamina A. Esta vitamina, a su vez, es antioxidante y antiinflamatoria y contribuye a la renovación de los tejidos. Por tanto, influye en el mantenimiento de la piel y las mucosas en buenas condiciones.

  • Frutos rojos: como arándanos, fresas y frambuesas. Destacan por su contenido en polifenoles de efecto antioxidante. 

  • Nueces: ricas en ácidos grasos, vitaminas del grupo B y minerales, como hierro y zinc.  

  • Aceite de oliva virgen extra: con ácidos grasos naturales y vitaminas que ayudan a conservar la elasticidad natural de la piel.

  • Chocolate negro: contiene principios antioxidantes como los polifenoles y la teobromina que contribuyen a combatir los radicales libres responsables del envejecimiento de la piel. 

6. ¿Ya duermes bien?

Por la noche, la piel se regenera. Si duermes entre 6 y 8 horas al día, tu piel te lo agradecerá y evitarás la aparición de ojeras y signos de fatiga. Pero no solo es importante dormir bien uno o dos días a la semana, sino que es primordial cuidar de tus hábitos de higiene del sueño, intentando establecer una rutina nocturna similar todos los días. 

Por ejemplo, inducir a la relajación media hora antes de ir a dormir o apagar las pantallas emisoras de luz azul dos horas antes de acostarte. Si pese a estas precauciones no consigues coger el sueño cuando toca, existen complementos alimenticios con melatonina y triptófano que pueden ayudarte a conciliar el sueño de manera más rápida. 

7. Algunos remedios naturales que te ayudarán a rescatar tu piel

Por último, son destacables algunos remedios naturales que pueden resultar muy beneficiosos para recuperar la piel tras el verano:

  • Aceite de aguacate: un ingrediente que encontramos de manera habitual en productos cosméticos, gracias a sus propiedades calmantes. Asimismo, es rico en vitamina E y D, betacarotenos y ácidos grasos.

  • Infusión de romero: tiene propiedades calmantes e hidratantes. Además, contribuye a limitar el fotoenvejecimiento. 

  • Aloe vera: la planta de los mil usos. Gracias al mucílago es altamente hidratante y refrescante. El gel de aloe vera contribuye a suavizar y calmar la piel dañada. 

  • Huevo: Puede que conozcas su uso para el cabello, pero la clara de huevo también se puede utilizar para aliviar las quemaduras de la piel, ya que, ayuda a acelerar el proceso de cicatrización. 

Ahora que ya conoces algunas de las claves para recuperar tu piel tras el verano, es hora de ponerlas en práctica y hacer de ella el espejo de tus nuevos propósitos. Porque al buen tiempo, buena cara.