Sus flores color violeta y su característico olor han distinguido a la salvia en el mundo vegetal. Esta planta silvestre de origen mediterráneo forma parte de la familia de las lamiáceas, al igual que el orégano, la albahaca o la menta. Desde la antigüedad, la salvia ha sido utilizada para fines gastronómicos, medicinales e incluso ornamentales. Su rápida expansión por todo el planeta ha dado origen a una gran variedad y en cada zona ha adquirido propiedades singulares. Debido a sus propiedades termorreguladoras ayuda a paralizar las terminaciones nerviosas de las glándulas sudoríparas. Por tanto, es recomendable para mujeres en etapa de menopausia que padecen sofocos y sudor excesivo, pues calma estos síntomas y otros indicios típicos de la deficiencia de estrógeno.
Está indicada en el tratamiento sintomático de inflamaciones de la boca y la garganta, como gingivitis y faringitis. En forma de gárgaras, se usa para la atención de afecciones bucofaríngeas, como anginas o dolores de muelas. A la vez, se recomienda su empleo para mitigar dolencias musculares y debido a sus atributos antisépticos, resulta útil para tratar heridas y úlceras, porque favorece su cicatrización y evita las infecciones, también mejora los trastornos digestivos.