El termómetro digital utiliza circuitos electrónicos para convertir en números las pequeñas variaciones de tensión obtenidas, mostrando finalmente la temperatura en un visualizador.
Los termómetros son la mejor ayuda a la hora de medir la temperatura corporal ya que, cuando nos encontramos mal, nos ayudan a saber con precisión y rapidez la temperatura que tenemos y si tenemos fiebre o no. De este modo, podremos actuar con consecuencia. Es recomendable tener siempre uno en el botiquín.
Una de sus principales ventajas es que por no utilizar mercurio no contaminan el medio ambiente cuando son desechados. Además, son higiénicos, fáciles de usar, precisos y cómodos. Una herramienta que debemos tener en casa.
Hay tres maneras, de forma oral, axilar o rectal. La manera más habitual:
En adultos
En bebés y niños
Se podrá optar por la vía rectal. En este caso, se debe estar recostado boca arriba e introducir solo la parte metálica del termómetro. Se ganará en precisión y comodidad: si el niño o bebé tiene la nariz tapada, le resultará difícil tomarse la temperatura por vía oral. En casos de niños mayores de 4 años, se puede optar también por la vía axilar.